Las personas necesitan espacios destinados a sus actividades diarias que ofrezcan las condiciones necesarias para el aprovechamiento de todas sus capacidades y deberes que cumplir. Uno de esos temas es el espacio de estudio para los niños, quienes requieren mínimamente un espacio adecuado para no sufrir distracciones y tener los elementos necesarios para realizar sus tareas académicas, además de no preocuparse porque la lluvia que se filtra destroce sus libros. 

Las familias que atendemos generalmente viven en una o dos habitaciones donde duermen, cocinan y guardan sus pertenencias, lo que lleva a que los niños estudien fuera de la vivienda, sobre la mesa para comer o las camas. 

Además no pueden recibir enseñanzas sobre higiene, adecuado manejo de los alimentos, etc. al no contar en su vida diaria con el espacio adecuado para vivir en esas condiciones.

Un espacio adecuado para estudiar

 

3 niñas de cada 5 abandonan la escuela antes de concluir sus estudios y lo hacen en una etapa más temprana que los niños, en particular en las zonas rurales o empobrecidas. 

Fuente CONAPO 2008

 

“El matrimonio precoz, el embarazo en la adolescencia, el abandono y la necesidad de prestar asistencia a la familia o ser el sostén de la misma, así como el tener que aprender conocimientos prácticos para conseguir empleo son causas de la deserción escolar entre las niñas.” 

Fuente CONAPO 2008

La educación formal requiere un lugar que ofrezca las características necesarias para el estudio, que permita a los niños enfocarse en sus labores académicas y poner en práctica sus ideas. Esto se logra a través de ofrecer espacios con funcionalidad del espacio y que apoyen el comportamiento de sus habitantes respecto a su lugar para vivir y donde hacer sus actividades diarias, además de la percepción de los mismos de sus condiciones de vida y capacidades.

Un espacio adecuado para aprender para la vida.

 

Para millones de niños la idea del mundo se reducirá durante los años formativos de sus vidas a su percepción del barrio donde viven y del entorno inmediato. 

Los factores ambientales en general y la vivienda en particular influyen en la salud física, mental y social de los niños. La escala y el grado de su influencia varían con el tipo de hábitat y, por consiguiente, con las necesidades insatisfechas de cada sector de la población. 

El hábitat de la pobreza tiene un costo social que impacta especialmente a los niños. 

Dotar de herramientas a las familias y facilitar a los niños una vivienda donde crecer dignamente son el inicio de un círculo virtuoso,

con efecto multiplicador que será reproducido por sus hijos y otros miembros de la comunidad. 

Con el proceso que promovemos en Hábitat para la Humanidad México, las familias se involucran y son protagonistas de su propio desarrollo, aumentando sus capacidades de vida y dando las herramientas para poder cumplir sus propósitos. Todo teniendo como marco una vivienda adecuada, elemento que satisface una de las necesidades básicas del ser humano. 

El proceso de desarrollo comunitario facilitado por Hábitat para la Humanidad México permite que niñas y niños crezcan en un entorno familiar y social de armonía, trabajo, solidaridad y respeto a los demás y a sí mismos.

Existen razones que impiden que niños y jóvenes tengan acceso a educación, entre ellos se encuentran la pobreza, la residencia en zonas rurales, la pertenencia a pueblos indígenas, las discapacidades y el trabajo infantil.


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